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Olimpia, la historia de la reina de las serpientes y madre de Alejandro Magno

10/03/2023 - 12:00 am

La escritora española Laura Mas habló con SinEmbargo sobre su segunda novela, la cual busca rescatar de las sombras de la historia a Olimpia, la madre de Alejandro Magno, el más grande conquistador.

Ciudad de México, 9 de marzo (SinEmbargo).– Olimpia de Epiro fue “una mujer adelantada a su tiempo y gracias a su estrecha y buena relación con su hijo Alejandro Magno logró con creces perpetuar su dinastía y además ejercer influencia en las sombras”, comentó la escritora española Laura Mas que acaba de publicar su segunda novela titulada precisamente Olimpia (Espasa).

Esta novela histórica recorre los pasos de esta mujer, conocida como la “reina de las serpientes”, quien fue determinante para formar la leyenda de uno de los más grandes conquistadores de la historia, señaló su autora en entrevista con SinEmbargo.

Mas dijo que “incluso hay historiadores contemporáneos que barajan la posibilidad y la hipótesis de que Olimpia estuviese detrás del complot de asesinato de Filipo, quien murió en extrañas circunstancias en un momento clave, en el cual estaba en juego la herencia del trono de Macedonia de Alejandro Magno”.

Olimpia, explicó Laura Mas, provenía de un territorio vecino, el Epiro, una situación que pesaba como una loza, “ya que incluso se llegó a decir que Alejandro era un bastardo, lo cual provocó el exilio voluntario de ambos durante una temporada”.

No obstante, fue una mujer inteligente que llevó a cabo una purga de enemigos para trazar el camino de su hijo hacia la grandeza, lo cual, explicó la autora de Olimpia, la llevó a ser mal vista y a ser relegada a la sombras de la historia, de donde este libro busca sacarla.

“La ambición que tuvo Olimpia fue necesaria para conseguir con creces su propósito y todos sus sueños los encarnaba su hijo Alejandro Magno. Se le ha castigado muchísimo por ello, pero Olimpia es curioso porque llevó a cabo una política de eliminación de rivales que ejercían los hombres de su tiempo, así que ella no hizo nada distintos simplemente por el hecho de ser mujer se le ha tachado con todo tipo de adjetivos, que son tremendamente injustos”, expuso.

Laura Mas también reconoció que en esta novela escrita en primera persona ahonda un elemento mágico como es la relación de Olimpia con las serpientes, sus compañeras de lecho, el cual es narrado mediante un componente erótico que alcanza al dios de dioses Zeus y que al mismo tiempo fue determinante para que Filipo rey de Macedonia tomara distancia.

“Sí que ejercieron mucha influencia estos animales en la vida de esta mujer. El historiador Plutarco nos narra incluso un episodio en el que nos dice que tenía estas serpientes domésticas, que provenían del culto tracio, pero tenían un componente altamente religioso. Eran animales que representaban al propio Zeus, dios de los dioses, y en ese aspecto Plutarco nos narra un capítulo que es muy esclarecedor en cuanto a la relación que desde entonces tienen Filipo y Olimpia, como esposos. Y es que en un momento dado Filipo espía a su mujer y la descubre en el lecho, yaciendo como una serpiente así que en ese momento se desgasta rápidamente la relación entre ellos”, compartió.

Olimpia, la historia de la reina de las serpientes y madre de Alejandro Magno.

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—¿Cómo te acercas al personaje de Olimpia, cómo la conoces y cómo a partir de las pocas referencias históricas que hay de ella vas alimentando esta novela?

—Yo conocí a este personaje a raíz de mi interés creciente por la historia y las costumbres de esa Grecia clásica, esa Grecia remota. Resulta que yo ya había publicado una primera novela titulada La maestra de Sócrates, que se sitúa esa primera obra en el siglo V antes de Cristo, concretamente en la Atenas del Siglo dorado, ese siglo de Pericles, entonces para mí fue muy estimulante y enriquecedor seguirme formando a cerca de esa época y fue de manera de muy casual que apareció Olimpia en mi vida.

Esta segunda obra se sitúa en el siglo IV antes de Cristo, especialmente a las puertas del helenismo que se inicia con la muerte de Alejandro Magno y por todos es sabido que se ha escrito mucho sobre este gran conquistador convertido en mito. Así que andando sobre la figura de Alejandro Magno acabé topando con Olimpia. Y yo me pregunté enseguida: ¿Cómo puede ser que alguien, una mujer tan relevante, que dio a luz tal vez al mayor de los conquistadores de todos los tiempos, cómo puede ser que sea tan desconocida por el gran público?

Yo recordé además, me vino la imagen de Angelina Jolie que encarnó a Olimpia en la película de Oliver Stone hace ya 20 años, pero no le hacía justicia. En cuanto empecé a leer un poquito sobre ella me di cuenta de que no tenía tanta sombra como nos habían hecho creer. De todos los testimonios de la época que maldijeron mucho a Olimpia por el hecho de ser demasiado ambiciosa y querer introducirse en la política de su reino en una época en la que no se concebía para nada que una mujer escapase al ámbito doméstico, las mujeres crecían sabiendo que debían parir, cuidar de sus hijos, de sus esposos y de su hogar.

Pero Olimpia en ese aspecto fue inconformista, así que fue adelantada a su tiempo y gracias a su estrecha y buena relación con su hijo Alejandro Magno logró con creces perpetuar su dinastía y además ejercer influencia en las sombras. Me parece un personaje muy interesante del cual tuve además la suerte de leer un par de ensayos biográficos que me facilitaron mucho el trabajo previo de documentación sobre ella.

—¿Esta sombra de la que hablas se posa sobre ella a lo largo de los siglos por haber roto el estereotipo?

—La ambición que tuvo Olimpia fue necesaria para conseguir con creces su propósito y todos sus sueños los encarnaba su hijo Alejandro Magno. Se le ha castigado muchísimo por ello, pero Olimpia es curioso porque llevó a cabo una política de eliminación de rivales que ejercían los hombres de su tiempo, así que ella no hizo nada distintos simplemente por el hecho de ser mujer se le ha tachado con todo tipo de adjetivos, que son tremendamente injustos.

Eso no quita que, por supuesto, se equivocase muchas veces. Eso no quita que lectoras y lectores que se puedan adentrar a mi novela se lleven las manos a la cabeza cuando vean qué acciones y qué decisiones a veces toma ella, pero debemos entender el contexto de la época, porque lo que nos puede parecer perverso y, es verdad, maquiavélico, demasiado extremo, no dejaba de ser lo que hacían los hombres en ese tiempo, en especial en una región como Macedonia. Era una región muy conocida, era una región de la periferia de Grecia, pero acabó siendo la principal potencia gracias a Filipo, rey de Macedonia, que se une en matrimonio a Olimpia.

Filipo acaba consiguiendo prácticamente la hegemonía de toda Grecia, pero a los macedonios, los atenienses los llamaban bárbaros, así que imaginad lo salvajes que eran. Lo que nos sorprende a nuestros ojos contemporáneos era habitual por aquel entonces, eso es lo que salva a Olimpia, creció en ese tiempo en el que incluso tu vida corría peligro. Es decir, ella llega al extremo de matar, pero para salvar sus espaldas y también las de su hijo. Así que estamos delante de una mujer que tenía las ideas muy claras y en ese aspecto uno de los grandes impulsos que me han llevado a darle voz, además en primera persona, ha sido profundizar mucho en ese carácter tan complejo. Yo misma en la medida que iba ahondando en su personalidad iba comprendiendo qué era lo que la llevaba a tomar determinadas acciones.

—¿Sería posible pensar en Alejandro Magno, el gran conquistador, sin Olimpia?

—Ejerció una influencia enorme en Alejandro Magno, porque incluso hay historiadores contemporáneos que barajan la posibilidad y la hipótesis de que Olimpia estuviese detrás del complot de asesinato de Filipo, quien murió en extrañas circunstancias en un momento clave, en el cual estaba en juego la herencia del trono de Macedonia de Alejandro Magno.

Filipo murió casualmente cuando acaba de contraer nupcias con una joven de sangre macedonia y se decía que el hijo varón que había engendrado esta mujer era más legítimo precisamente porque era sangre pura macedonia.

Olimpia provenía de un territorio vecino, el Epiro, y también pesaba como una loza su condición de extranjera así que se llegó incluso a decir que Alejandro era un bastardo, lo cual provocó el exilio voluntario de ambos durante una temporada, pero esa es otra historia que da para mucho.

Lo que vengo a decir es que casualmente Filipo pierde la vida en un momento que provoca que Alejandro esté en el trono y cuadra bastante que Olimpia estuviese detrás de ese complot.

Olimpia, explicó Laura Mas, provenía de un territorio vecino, el Epiro, una situación que pesaba como una loza, “ya que incluso se llegó a decir que Alejandro era un bastardo”. Foto: Cortesía, Grupo Planeta.

—Uno de los elementos que enriquece la historia es el fantástico. Por ejemplo, esta relación de Olimpia con las serpientes, una cuestión al parecer erótica que se liga a la idea de que Zeus es el padre de Alejandro Magno. ¿Cómo fue que introdujiste este elemento?

—La verdad es que de toda la información que recibí recabando datos de Olimpia durante el proceso previo a la escritura. Me encontré incluso con el apodo de Olimpia como la reina de las serpientes, lo cual me encantaba, y de hecho les confieso que era un posible título que a mí me gustaba mucho también, era potente.

Sí que ejercieron mucha influencia estos animales en la vida de esta mujer. El historiador Plutarco nos narra incluso un episodio en el que nos dice que tenía estas serpientes domésticas, que provenían del culto tracio, pero tenían un componente altamente religioso. Eran animales que representaban al propio Zeus, dios de los dioses, y en ese aspecto Plutarco nos narra un capítulo que es muy esclarecedor en cuanto a la relación que desde entonces tienen Filipo y Olimpia, como esposos. Y es que en un momento dado Filipo espía a su mujer y la descubre en el lecho, yaciendo como una serpiente así que en ese momento se desgasta rápidamente la relación entre ellos.

Filipa incluso la teme, le tiene cierto respeto por esa relación tan estrecha que tiene con unos animales que no le agradan para nada, a pesar de ese componente religioso, pero yo enseguida vi que a nivel material narrativo me daba mucho juego como escritora recurrir a estos animales y recurrir a la sugerencia a la ambigüedad, al erotismo, para crear escenas claramente potentes.

—¿Cómo fue meterte en un personaje del poco se sabe y sobre todo en una narración en primera persona?

—La verdad que no fue nada fácil, puedo reconocer que incluso en algunos momentos era agotador porque tuve que entender previamente también la concepción del mundo, de la gente de esa época porque es muy importante que entendamos el contexto porque sino Olimpia ni siquiera nos caería en gracia, yo misma tenía que hacer ese ejercicio de empatía y comprender lo que ella vivió y que la llevó a tomar determinadas acciones y decisiones, pero acabé conectando muchísimo con ella y fue fácil o más fácil recurriendo a la primera persona.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.
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